¿A QUÉ HUELE EL AMOR?

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Los recuerdos, la imaginación, los sentimientos viejos y las asociaciones, se alcanzan más fácilmente a través del sentido del olfato que a través de cualquier otro canal.

Oliver Wendell Holmes

La vida nos plantea preguntas. Algunas importantes y hacerse adulto conlleva tener respuestas para muchas de ellas. Sin embargo, a veces las preguntas que hacen los niños nos impactan por su trascendencia y por abrirnos los ojos a lo que siempre estaba ahí y no hemos visto.

En otras ocasiones, nos sorprenden porque no necesitan hacerse tantas preguntas. Descubren las respuestas en su propia experiencia. En Piensapiensa ocurre a menudo, de forma impredecible. Uno de tantos días en los que están inmersos en la magia que les ofrece la actividad, mientras que una niña ayuda a un topo a recuperar los olores que una bruja ha hecho desaparecer del mundo, nos sorprende recuperando el olor del amor.

Quizás muchos adultos nunca se han planteado a qué huele el amor y lo máximo que se nos ocurre es asociarlo a los perfumes que se suelen regalar en festejos establecidos, dirigidos a agasajar a las personas que queremos. Pero, ¿ese es realmente el olor del amor?

Un grupo de profesionales, planteó a niños entre 4 y 8 años la pregunta: “¿Qué significa para ti el amor?”. Recuperando algunas de sus respuestas descubrimos más posibles matices del olor a amor, muy distintos al olor que desprenden los perfumes.

Terri, una niña de 4 años dice que “el amor es lo que te hace sonreír cuando estás cansado”. Cris, de 7 años, aclara que “el amor es cuando mi mamá ve a mi papá todo sudado y con mal olor y dice que es más guapo que George Clooney”. Elaine, de 5 años explica que “el amor es cuando mi papá le da a mi mamá la mejor parte del pollo”. Para Noelle, de 7 años, “el amor es cuando le dices a un niño que te gusta su camiseta y luego él la usa todos los días.

No nos cuesta reconocer el amor en los ejemplos que ponen los niños. Sin embargo, sí cuesta bastante comparar el cansancio, el sudor, el pollo o el olor de una camiseta que se pone todos los días con el olor que nos impregna al abrir cualquier perfume.

Quizás la clave está en entender primero qué es el amor. El amor es apertura, expansión. Es creer que se pueden vencer todas las dificultades y que hasta el dolor vale la pena. El amor se siente en el cuerpo, pero no ocurre en el cuerpo. Hay algo más profundo, que ocurre en un mundo invisible para nuestros sentidos. En ese mundo invisible nace lo que pensamos, lo que sentimos, lo que vemos, las experiencias vividas de miedo, de pérdida y también de felicidad. Es una energía brillante, ligera, inconmensurable, con la que sentimos que podemos volar.

Por tanto, su olor seguro que se parece a la libertad de los pájaros, a la ligereza de respirar, al brillo del sol, al consuelo de un sabroso café en una tarde fría, a la brújula que nos ayuda a seguir el rumbo hacia la plenitud. Si es así, el olor del amor podría ser un olor a “macedonia de la vida”.

Lo más asombroso es que esta pregunta que nuestros alumnos no necesitan hacerse, es objeto de investigaciones neurocientíficas. Los niños saben tanto como los neurocientíficos, si pueden estar conectados a lo que son, a sus sensaciones, a sus emociones, a la sabiduría natural con la que cualquier ser humano llega al mundo.

El amor huele. La explicación científica es la siguiente. La amígdala es la parte del cerebro encargada de regular el sentido del olfato, las emociones y la atracción sexual. El olfato es el único sentido que accede directamente al cerebro emocional. Es el sentido que mejor activa la memoria y los recuerdos vinculados a emociones. Nuestro cerebro puede almacenar y diferenciar hasta 10.000 olores diferentes. Cuando percibimos un aroma nuestra mente realiza una búsqueda automática en su “registro” para asociarlo a un recuerdo. En las relaciones amorosas el olfato es crucial. Es el sentido que se encarga de recibir los olores, interpretarlos y procesarlos. Por eso, el amor huele.

A veces, los adultos tendemos a no tomar en serio las ocurrencias de los niños, porque ellos apenas han descubierto el mundo. A veces, nos cuesta ver a los niños como maestros que nos enseñan con sus experiencias y su manera de sentir la vida. Si aprendemos a mirarles desde todo lo que nos pueden enseñar, nos ayudaran a descubrir que para cualquier ser humano, poner amor en cada rincón de su vida, es garantía de una vida plena.

 

 

  1. Eva Responder

    El amor sí huele, de hecho nuestros niños huelen a amor, es el olor que percibo cuando me reciben con abrazos, cada día que llego al colegio a realizar la actividad PiensaPiensa. Es el mejor olor del mundo

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