Cada niño es único. Sus características y cualidades le diferencian de los demás y hacen que sea especial. Le hacen ser la persona más importante de su mundo.
El ser humano dedica toda su vida a conocerse y la infancia es una etapa fundamental en la generación de nuestra personalidad. Contribuir a que los niños tengan una imagen de sí mismos adecuada y positiva hará que sean adultos que enfrenten los retos con seguridad y que se desenvuelvan con soltura para alcanzar las metas que se propongan.
Es importante ayudar a nuestros hijos a conocerse, a aceptarse tal y como son. Fomentar el autoconocimiento les ayudará a descubrir por qué son especiales, a comprender sus emociones y valorar sus actitudes. Es esencial que descubran sus aspectos diferenciadores, favoreciendo que se sientan importantes y valiosos en su individualidad.
“De todos los conocimientos posibles, el más sabio y útil es conocerse a sí mismo”
William Shakespeare
Conocerse a sí mismo es clave en la inteligencia emocional. Es tomar conciencia de quién somos, qué sentimos y cómo expresamos las emociones. Conocerse es indispensable para el desarrollo y para las relaciones con los demás. No podremos entender a los demás si no somos capaces de saber quién somos, si no descubrimos primero los puntos fuertes y las debilidades que nos definen.
Daniel Goleman define autoconocerse como identificar los pensamientos, los sentimientos y las fortalezas de cada uno, y notar cómo influye en las decisiones y las acciones.
El autoconcepto es el conjunto de elementos que una persona utiliza para describirse a sí misma. En la formación del autoconcepto, intervienen los siguientes factores:
- La actitud, es decir, la forma de actuar de una persona en cada situación. Es lo que llamamos “la forma de ser” de cada persona.
- Las aptitudes, las habilidades y capacidades que tiene cada persona.
- El esquema corporal, que supone la idea que tenemos de nuestro cuerpo. Esta imagen puede estar influenciada por las relaciones sociales, modas, complejos…
- La valoración externa, cómo nos ven los demás, qué opinión tienen los demás sobre nosotros.
La valoración externa, por tanto es un elemento que determina el autoconcepto, pero hay que tener en cuenta que una persona no es lo que los demás piensan de ella.
Durante la infancia, hacer clasificaciones de las cosas y las personas facilita a los niños su relación con el mundo, por lo que ponen etiquetas a casi todo. Los adultos también tendemos a etiquetar a nuestros hijos, muchas veces de forma inconsciente, por algunos comportamientos: es “tímido” porque muestra vergüenza ante desconocidos, es “vago” porque no saca buenas notas, es “caprichoso” porque quiere que le compren algo…. Etiquetar puede derivar en que finalmente se terminen comportando tal y como les indica con esa “etiqueta”.
Las expectativas influyen en el modo de comportarnos en determinadas situaciones. Es lo que se llama “profecía autoincumplida” o “Efecto Pigmalión”. Rosenthal y Jacobson, llevaron a cabo un estudio en el que eligieron al azar a unos estudiantes, y dijeron a los profesores que unos tenían mayores capacidades intelectuales que otros. Se comprobó que los resultados del grupo en el que supuestamente estaban los alumnos más inteligentes fueron mejores que los del otro grupo. Denominar a un niño repetidamente de una determinada manera le lleva a asumir que es así, y a comportarse como se espera de él.
Uno de los principios metodológicos de la actividad PiensaPiensa es aceptar la individualidad y el valor diferenciador de cada niño. Partiendo de este principio, les ofrecemos actividades dirigidas a promover su autoconocimiento y a afianzar su identidad. Asimismo, se aprovechan las experiencias de los niños para que se sientan importantes y valiosos.
Conocernos a nosotros mismos implica hacer una valoración adecuada de uno mismo, ajustada a la realidad, para lo cual es necesario conocer nuestras fortalezas y debilidades. Para los niños, saber qué pueden hacer ellos solos y en qué situaciones necesitan ayuda, favorece que adquieran confianza en sí mismos, que actúen con seguridad, y que sientan, por la imagen que proyectamos sobre ellos, que son la persona más importante de su mundo.