NAVEGANTES EMOCIONALES

emocionesNo olvidemos que las pequeñas emociones son los grandes capitanes de nuestras vidas y las obedecemos sin darnos cuenta. Vincent Van Gogh

La vida es como un viaje en barco, y cada uno de nosotros somos un barco velero navegando en el mar. Cuando el mar está en calma el viaje es perfecto. Sin embargo, los expertos marinos saben que hay que estar preparados para enfrentar las diferentes vicisitudes que trae el fluir natural del mar: los cambios bruscos de viento, el oleaje, la tempestad, la vuelta a la calma…

Cuando ese barco velero es aún pequeñito, porque su dueño es un niño, los imprevistos del mar dan miedo por si no se saben salvar. Aún su experiencia en viajes es muy corta y cualquier incidencia es interpretada como una gran tempestad. Situaciones insignificantes, bajo la experiencia de un adulto, son vividas por nuestros “pequeños marinos” como un viaje al fondo del mar.

En ese fondo marino se estancan la rabia porque mamá no compró las chuches que desea con toda su alma, la cólera porque otro niño cogió su juguete, el enfado porque papá le castigó, la ansiedad porque no quiere hacer la tarea y ya no la puede aplazar más, el miedo por si las notas obtenidas no son las esperadas…

Las emociones son las velas del barco. Gracias a ellas avanza. La gestión emocional consiste en aprender a enfocar y ajustar las velas para que, con independencia de las condiciones externas el “viaje interior” sea placentero, enriquecedor y emocionante.

Si no hemos montado nunca en un barco velero, ¿nos exigimos ser capaces de navegar plácidamente? Entonces, ¿por qué esperamos de nuestros hijos que sin haber tenido las suficientes experiencias emocionales sean capaces de “navegar” por sus emociones?

En Piensapiensa, permitimos a los niños aprender a navegar. Se lanzan a las vivencias emocionales. Navegar es una experiencia increíble. Si la evitamos, nos la perdemos. Para que un niño pueda manejar las emociones y convertirlas en su vida en experiencias de felicidad, primero tiene que experimentarlas.

Multijuegos, es una de las actividades que hacemos en PiensaPiensa en la que vivencian distintas experiencias emocionales. Tienen que enfrentar la euforia habitual ante tantas posibilidades de juegos, la pérdida, por tener que elegir, el miedo por si no se obtiene el éxito deseado, la rabia por las dificultades e imprevistos. En definitiva, Multijuegos es una experiencia emocional como las de la vida, en la que aprenden que cuando se arriesgan a experimentar, cualquier dificultad se convierte en una oportunidad.

Otras veces, les toca manejar la incertidumbre del azar, igual que el velero maneja la incertidumbre del viento. Descubren que hay ocasiones en las que el resultado depende de su propia responsabilidad y otras en las que hay que aceptar la imposibilidad de controlar. Y cuando las diferencian y focalizan su intención en la confianza de que todo puede salir bien, el azar les demuestra que es así.

Las emociones no son positivas o negativas, sino agradables o desagradables, y todas existen por la utilidad que tienen para nosotros. Solo cuando se experimentan las emociones, se reconocen y se aprende a actuar sobre ellas.

No hay que evitar que los niños sientan la tristeza, ni el enfado, ni la alegría, ni ninguna emoción. Cuantas más emociones experimenten, más preparados estarán para gestionarlas.

Es importante que nuestros hijos sean emocionalmente inteligentes, que puedan manejar sus emociones y aprendan a relacionarse, que sepan identificar la gran variedad de emociones que existen, que reconozcan sus causas y que aprendan a regularlas adecuadamente para que no interfieran en su funcionamiento.

Los padres, en el mundo emocional de los niños, son los capitanes del barco, los que tienen la experiencia como “navegantes emocionales”, pero no pueden suplir las propias experiencias que “los tripulantes” necesitan para poder convertirse en capitanes de su propio barco. Por eso, cada emoción que los niños experimenten tiene que ser sentida como una gran oportunidad. Hay que acompañarles, ayudarles a disminuir la intensidad de las emociones desagradables, enseñarles a regular las agradables, para que no boicoteen sus objetivos y animarles a reparar las situaciones que han dejado enquistada alguna emoción, para no dañar su confianza en poder llegar a ser capitanes de su propio barco.

Poner nombre a las distintas emociones, entenderlas, sentirlas y expresarlas adecuadamente es importante ya que ayuda a los niños a aceptar sus propias emociones como parte de ellos mismos. Esto hace que se conozcan mejor y se acepten tal y como son.

Igual de importante es reconocer las emociones que sienten los demás. Es fundamental en las relaciones interpersonales la correcta interpretación de las señales que los demás expresan, tanto de forma verbal como no verbal. La empatía es clave en las relaciones entre iguales, de los vínculos que se crean con las personas que nos rodean.

Daniel Goleman afirma que al menos un 80% del éxito en la edad adulta proviene de la inteligencia emocional. Merece la pena poner la mirada en la adecuada gestión emocional de nuestros hijos para conseguir que sean ellos los capitanes de sus vidas, que consigan dirigir su vida hacia el rumbo que elijan, escuchando a su corazón, pero sin olvidarse de las experiencias asentadas en la razón.

  1. Mercedes Soto Responder

    Fantástico, como siempre. Creo que vuestra labor es buenísima, útil y muy interesante. Fundamental para el sano desarrollo de los niños. Felicidades

    • Noelia Responder

      Muchas gracias Mercedes, es un placer y una satisfacción saber que nuestras publicaciones te resultan útiles.

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